Mientras esperaba en el andén de tu cama
retomaba su tristeza mi sombra en el instante
de mis letras acechadas por tu orgullo.
Deja de taparme el cielo con tu mirada torva,
para redimirte de mí necesitas la contraseña
de mis noches opacas.
Se agotan mis recursos naturales. Grito.
Busco el egoísmo de tus ojos en mi pecho.
Renazco en él.
Hasta aquí mis pensamientos.
Se te ha acabado el juego del balancín:
busca mis susurros en la ciudad sin nombre.
