Es una paz esta que siento que tiemblo
de deleite y miedo ante el fin de temporada.
Quizás esté ahora en el ojo del huracán
ecuánime confiada, acechándome
la tormenta el caos la nueva duda y
un voluble aunque acertado equilibrio
que me ayuda a cruzar acantilados
por una frágil cuerda.
Veo el final pero quién sabe…
Puede que ceda ante mi peso o que ruja
el viento arrojándome al abismo,
pues el destino se mueve por capricho
y nunca deja de sorprender.

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